Desde una loma de roja arenisca, al oeste del pueblo, partía una picada que en leve descenso conducía al “Puerto Nuevo de San Ignacio”.
Al costado y a pocos metros de ese camino, en un abra, estaba la casa de Don Horacio. La más de las veces rodeadas de yuyos, pero cuando la primavera apuntaba y florecían los lapachos que de intento los respetó el hacha, el lugar se transformaba. Flores en las altas copas, flores en los caminos, pétalos por doquier. Uno de esos lapachos es el motivo de esta anécdota.
“No soy un santo escribiendo mucho menos caballero, se creen buenos con fiestas en los que no son dueños en la inversión del dinero, no soy el mejor opinando en algún momento disparé a cien leguleyos”. (Paráfrasis del autor a René Calle 13).
La situación misionera en lo que respecta a cultura intenta insertar una agenda, importante para el entretenimiento y el disfrute general de la sociedad, pero a la vez preocupante en términos de valores sustanciales.
Era una persona muy alta, trabajaba descalzo y con sombrero de paja. En la adultez se fue encorvando por la misma vejez y la actividad que realizaba. Un hombre que fuera de la olería vestía siempre formal y con trajes, le gustaba destacarse en ello. Trabajaba con un solo brazo ya que en el otro le había agarrado tétano por lo que en esa época los médicos decidieron amputárselo, sin embargo, eso nunca significo un impedimento para él. Antes de los 30 años, Juan Francisco Dutra era padre de familia, comerciante y trabajador de olería con un solo brazo.
Al pasar por la residencia de los Palacios, la la vendedora de verduras oculta sin que nadie vea una tacuarita entre el hueco de unos árboles. Dentro del pequeño tubo de cáñamo hay enrollados retazos de papel cuidadosamente escondidos. Son las esquelas de amor que Horacio Quiroga le dedica a la bonita Ana María, de quien estaba perdidamente enamorado. El cuentista uruguayo se las ingeniaba para entregárselas a la verdulera con las convenidas instrucciones de lo que debía hacer. Pero la nota romántica no llegó a manos de Ipe, como le decían a la menor de la familia, ya que fue incautada por su hermano Jesús, administrador del importante establecimiento yerbatero La María Antonia.
En La María Antonia se producía yerba mate por medio del cultivo. Sus verdaderos dueños eran los venezolanos Herrera Vegas, radicados en Buenos Aires desde 1871. El patriarca de la familia casó a sus hijos con las niñas Pereyra Iraola, reconocidos terratenientes y hacendados porteños. Los dos apellidos formaron un poderoso clan económico con sólidos negocios repartidos por todo el país. Se dedicaban a la ganadería, a la agricultura; poseían tambos, curtiembres, caballerizas y viñedos. También incursionaron en la explotación minera y la refinería. En el Alto Paraná fundaron una empresa llamada Propiedad Tierras y Maderas del Iguazú, que contaba con 90.000 hectáreas de explotación de selva.
Muchas son las producciones audiovisuales dedicadas a la figura del escritor uruguayo, pero sin dudas es Víctor Laplace, quien protagonizara “Historias de amor, de locura y de muerte”, estrenada en 1996 una de las que mas perduran en la memoria colectiva.
"Historias de amor, de locura y de muerte" es una película de Argentina filmada en colores dirigida por Nemesio Juárez sobre su propio guion en base a los cuentos de Horacio Quiroga: El techo de incienso, El desierto, El hijo, Los precursores, Los mensú, El Yaciyateré, Una bofetada y Los desterrados. Se estrenó el 28 de marzo de 1996 y que tuvo como actores principales a Víctor Laplace, Ingrid Pelicori, Ulises Dumont, Inés Estévez y Fabián Vena.
La película fue realizada en la provincia de Misiones gracias al apoyo del Gobierno de Misiones. El consagrado actor estará presente en el lanzamiento y acompañará las actividades que se desarrollen en el inicio de Semana Santa con Cultura en Movimiento en San Ignacio, Misiones, Argentina - Municipalidad de San Ignacio Con el actor Victor Laplace como invitado de honor, el programa itinerante de la Secretaría de Cultura presentó una semana focalizada en la figura de Horacio Quiroga y la inauguración de las obras de puesta en valor de la Casa Museo.
"Es de resaltar la gran popularidad que tuvieron los coros de aborígenes. Algunos de ellos fueron llevados a Europa por los Jesuitas para conseguir mediante la exhibición de sus cualidades y dulzura de voces, dispensas del rey para con los pueblos Jesuíticos. La música acompañaba a casi todas las tareas del día, desde el amanecer hasta el atardecer, en los pueblos jesuíticos se respiraba un aire melodioso y de constante celebración de liturgias y festejos de toda índole."
La Reducción, escenario medular de una simbiosis cultural atravezada por la música y la espiritualidad.-
Los heramanos Palacio (Andres, Jesús y Juan Pablo) éste último intendente de San Ignacio allá por 1916.-
De este material impreso de la Guía General de la Republica (Tomo II), fechado en 1916, se desprenden una serie de nombres familiarizados con la historia de nuestra localidad. Un San Ignacio atravesado por la fiebre del “oro verde” y la necesidad de afianzar en torno a dicho menester a una comunidad que incipientemente se reinventaba luego de varios intentos fallidos de colonización. Sin dudas la imponente presencia de los Establecimientos La María Antonia, Martin & Cia. , La Plantadora S.A, entre otros emprendimientos yerbateros no menos importantes, fueron generando en torno a esta actividad un impulso mayor a otras actividades comerciales afines, además de demandar una presencia más regular de la administración publica nacional. Para ésta época la comisión de fomento había designado como intendente municipal a Juan Pablo Palacio (Uno de los tres hermanos que por entonces administraban La María Antonia), la localidad contaba con oficina de Correos a cargo de la señora de Sires (suegra de Horacio Quiroga), la Escuela Numero 15 y la Biblioteca Popular “Patricias Argentinas” a cargo del señor Carlos Herrera. Un talentoso ingeniero agrónomo como el señor Pablo Allain (que también era empresario productor de Yerba Mate), un médico, siendo éste el doctor M. Romeo, en tanto que las reducciones Jesuíticas estaban bajo el control y cuidado del señor Carlos Grube, siendo su predecesor en este menester el señor Federico Villegmane. Cabe acotar que para esta época, nuestro actual Sitio Patrimonial ya se había transformado en un imán para turistas curiosos e historiadores de distintas partes del mundo. Tan es así que el mismo Horacio Quiroga luego de venir a visitarlas en compañía de su colega Leopoldo Lugones, definitivamente abrazo a la novel localidad como su lugar en el mundo, desempeñándose aquí como Juez de Paz y periodista, pero sobre todo como literato.
Cierre del Primer Festival Internacional del Chamamé con Julio Caceres cantando "Misionero y Guaraní" acompañado por el Chango Spasiuk y Los Nuñez.-
El pasado sábado 12 del corriente tuvo lugar en la ciudad de Iguazú el Primer Festival Internacional del Chamamé. Un evento impulsado desde el Ministerio de Cultura de nuestra provincia, en cabeza de su referente y conocedor del ámbito popular y de sus diversos escenarios, como lo es sin dudas el señor Joselo Schuap. La novel cita se dio en el marco de una aún latente Declaración del Chamamé como Patrimonio Cultural de la Humanidad por parte de la Unesco. Éste enorme envión sumado a la amistad que une a los músicos chamameceros de la región hizo posible que a dicho encuentro asistan destacados artistas, cuyas trayectorias marcan por si solas la relevancia y popularidad de un género musical que nos hermana. El hecho de que haya sido transmitido en diversas plataformas y de que incluso haya sido parte de la grilla de transmisión de la televisión nacional demuestra la relevancia de un evento que indudablemente ha llegado para involucrarse de lleno en la agenda cultural no solo de nuestro país sino también a nivel internacional. La presencia de reconocidos artistas de los vecinos países de Paraguay y Brasil engalanó dicho encuentro poniéndole un acento fraterno al festival. La química que se percibió entre los músicos desde el minuto cero hasta la conclusión del show nos dio la pauta de que a este evento lo empujaron entre todos, con la fuerza y la humildad que caracteriza a los artistas de nuestra región, y para erigirlo como un escenario permanente, cuyo destino -Dios quiera- sea un legado a perpetuidad.
"Hace falta muy poco para tener una vida feliz: esta todo dentro de ti, en tu forma de pensar" Marco Aurelio.-
“Los sueños que se sueñan despierto, consiguen del universo un empujoncito extra"
El Dr. David Rebatta posa junto a sus colegas, los doctores Valdovinos, Rinaldi y Martinez, las enfermeras Rodriguez, Marchesini, Mayer y el enfermero Pablo Marquez y el personal de maestranza del Hospital de San Ignacio (1.987).-
Empezaba su recorrido por la vida, pequeño y audaz, ansiando vivir feliz sin impedimento alguno, y, aunque aún no sabía a donde ir, su osadía no permitía que el miedo tomara el control; así fue como todo empezó, la abuela María, aún en el principio, cuando sus dolencias la afectaban, vaticino que ese niño pequeño, su nieto, quien masajeaba dulcemente sus piernas, sería un doctor.
Imagen ilustrativa del facebook del señor Andres Morel.-
El historiador Ronald Newton en su destacado libro* sobre las actividades de miembros y simpatizantes del NSDAP (conocido comúnmente como partido nazi) en la Argentina, incluye un capítulo sobre un MITO fundante que involucra a la actual provincia de Misiones.
Afirma Newton que ya en 1.944 y 1.945 el Departamento de Estado norteamericano alertó al mundo sobre los peligros de la preparación del “Cuarto Reich” en la Argentina.
"La junta histórica de San Ignacio se enmarca dentro de esta lógica, la lógica ilustrada del bien común, la defensa de los valores locales y la defensa de la razón pública que reclama siempre la transparencia en lo que se dice y lo que no. Pero también tiene de punk el pronunciarse unas veces como políticamente incorrecto, causar virulencia entre líneas, ser independientes, hacer cosas por nosotros mismos y por medio de apoyos de capital humano y no económico."
Miembros de La Junta en una asamblea celebrada en el Museo Miguel Nadasdy.-
En principio dirá el lector, ¿qué tendrán que ver esas tres cosas entre sí? Bueno, la conjunción "y" enlaza de algún modo estos temas en virtud de cierta cualidad en común. Saber cuál es, será el tema de este escrito. No crea usted que se trata de una trampa retorica ni mucho menos, de lo que se trata es de hilvanar estos tres sujetos en un mismo predicado. Si recuerda algo de su escuela primaria esto no le sonara raro.
Cuando decimos: el gato, el tigre y el león, hablamos de tres sujetos sustancialmente diferentes, sin embargo de los tres podemos decir que son felinos, por lo tanto comparten la cualidad mencionada. Y en el caso de nuestro título, ¿que comparten los tres sujetos mencionados? Empecemos por la ilustración.
GENIOLITO. "aprendió su oficio musical a la vieja usanza, con el oído como órgano principal de captación, la vista como red que sirve para cazar la presa que se quiere y el corazón como rector de sus melodías e interpretaciones".-
Tal vez sea para muchos o para pocos, el hablar de “geniolito” como cosa de poca monta, no es mi caso, pues me considero un gran admirador suyo. Muchos conocen su historia por relatos de paisanos que lo conocieron y otros tantos que oyeron simplemente hablar de él, pero para muchos su historia y más aún su verdadero nombre les resulta casi un misterio. Su apodo tan peculiar de “geniolito” como así también sus anécdotas, que más de uno habrá vivenciado con él, han sido llevados de boca en boca por sanignacieros y misioneros de toda índole. De origen campesino, mbya guaraní de cultura y sangre, hombre como pocos que ha sabido amalgamar la cultura del criollo con la del nativo aborigen de estas pampas; de notable ingenio y dotes musicales, supo plasmar su arte con total seguridad, soltura, frescura, comicidad y sobriedad, al punto que, grandes músicos populares han asentido al unísono sobre su condición de “talento neto”. Por estas razones y por otras también va aquí una pequeña semblanza a su persona musical a modo de tributo.
AQUEL FATÍDICO DOMINGO 10 DE FEBRERO DE 1980
Crónica del trágico accidente. Diario El Libertador, edición de lunes 11 de febrero de 1980.-
Todo era alegría en el micro 510 de la empresa Cóndor, contratada por la agencia de turismo ATI. 34 pasajeros a bordo, con la ilusión de conocer la tierra colorada, se habían embarcado el jueves a las 14 en Buenos Aires. El trayecto fue caracterizado por un clima jovial, y a decir de los protagonistas nada hacía suponer que algo malo fuera a ocurrir. Ansiosos esperaban conocer las Cataratas, las Ruinas de San Ignacio, entre otras bellezas naturales e históricas de nuestra provincia. Lo de siempre, lo característico de una excursión, predominó entonces en aquel rodado. Canciones improvisadas, chistes y carcajadas de pasajeros, que entre mates y bizcochitos socializaban, poniendo en común preferencias y experiencias en destinos turísticos realizados.
Imagen del portal del Templo. Gran cantidad de piedras talladas, ya clasificadas y listas para ser recolocadas en sus primitivos emplazaminetos.-
La Dirección General de Arquitectura de acuerdo con la Comisión Nacional de Museos, y monumentos Históricos, creó en 1941 una subcomisión técnica especializada la que procedió desde el mismo año a la limpieza de las ruinas, salvando las estructuras aun en pie y poniendo al descubierto la que ocultaban los escombros. Aparecieron los pisos de baldosas, balaustradas de piedra tallada, parte del altar mayor frente al cual se hallan las lapidas sepulcrales de los padres Cataldino y Mazeta, fundadores de la Misión, una pila bautismal, tallas pequeñas, piezas de alfarería, los herrajes de las puertas del templo y muchos otros objetos.
Horacio Quiroga adoraba a Martínez Estrada como a un hermano menor y le regaló una hectárea de su propia tierra en Misiones, para tentarlo de que fuera su vecino. La desmontó él mismo a machete limpio, le mandó por correo el título de propiedad y los planos de la casita de madera que podía construirle con sus manos. Hasta los muebles le ofrecía hacer (y eran famosamente cómodos los muebles que hacía Quiroga, con ayuda del mensú devenido carpintero Jacinto Escalera). Martínez Estrada tenía un trabajo de cuarta en el Correo Central y detestaba el ambiente literario de Buenos Aires, pero no se decidía a partir a Misiones, así que Quiroga apeló a un último recurso para convencer a su melómano amigo: le mandó un violín hecho en madera de timbó. “Era tan chato de pecho y espalda como el propio Quiroga, tenía un clavijero prehistórico, las efes labradas torpemente a gubia y emitía un sonido de gato en celo, mitad hipnótico y mitad horripilante.” Martínez Estrada entendió con el corazón estremecido que así sería la vida como vecino de Quiroga en Misiones, pero se libró de escribir esa carta cruel porque su amigo apareció por Buenos Aires.
Horacio Quiroga a la edad de 22 años.-
Hace 120 años, en otoño de 1900, Horacio Silvestre Quiroga viajó a París. Tenía 21 años. El viaje comenzó el 21 de marzo, desde su natal Salto (Uruguay), a bordo del buque Montevideo.
Quiroga emprendió esta aventura persiguiendo el sueño de miles de poetas jóvenes de todo el mundo: ser parte de la alcurnia artística y vivenciar el fenómeno socio-literario que tenía a París como escenario original. En fin, como se decía entonces: “la bohemia no es posible sino en París”.
Sus recursos provinieron de la herencia que recibió tras el suicidio de su padre.
Otra de las razones que llevaron a Quiroga a embarcarse a este destino, fue la realización – ese mismo año entre abril y noviembre- de la descomunal Exposición de París, un evento gigantesco que reunió a 58 países y más de 50 millones de personas. En ese marco, tuvieron lugar los Juegos Olímpicos París 1900, suceso que despertaba en Quiroga un gran entusiasmo debido a su afición al ciclismo. De hecho, en una carta que le escribió a su amigo Juan Payró, Quiroga afirma: “créame, fui a París solo por la bicicleta”.
La historia es el arma más poderosa con la que cuenta el ser humano para conocer y desentramar lo que sucede en su actualidad, o por lo menos una herramienta para saber qué o quiénes somos parafraseando al existencialista Jean Paul Sartre “somos lo que han hecho de nosotros”.
Curiosamente la cultura misionera crece a pasos agigantados después de sufrir varios años de letargo. Una nueva generación de profesionales en las ciencias sociales se ocupa de dar a conocer todas las aristas de distintos relatos, mientras que en puestos estratégicos y convenientes para el stablishment no hay lugar para las variedades y se decide de manera tajante inclinarse a los sucesos con una sola mirada. Algo llamativo para los tiempos posmodernos que se viven; los cuales no se caracterizan por un solo sesgo ideológico único sino más bien por una marcada variedad de puntos de vistas.
El Inspector seccional, Director y Maestras (1.915).-
De este texto fechado en el año 1.915 puede inferirse la situación institucional y pedagógica por la que atravesaba nuestra querida institución a comienzos del siglo xx. He aquí la transcripción del mismo:
“Plantada la escuela en este medio, no ha sido obstaculizada por nada ni por nadie en manifiesto y constante evolución hacia el progreso alcanzado.
Desde 1.900 en que se fundó la escuela, la han dirigido los siguientes directores: Enrique D. Echegaray, Ramón N. Solimán, Abel G. Delgado, Baltasar Moscarda y Carlos Herrera.
Maestros: Nicolás T. Ponce, Araceli M. de Ponce, J. Carlos García, Celina Alcaráz, Agustín. L Carrasco, Francisco R. Vallejos, Ana M. López, Anastasia Fernández, y actualmente: Delia Guzmán de Herrera, profesora y las M. Dolores Rivas de Sánchez, Paulina Ojeda, Clotilde Hurtado, Clemencia González y María Isabel Amores, esta última sin título.
Martin Bormann, secretario privado de Adolfo Hitler.-
Desde hace décadas, en San Ignacio existe el mito de que en el Peñón del Teyú Cuaré vivió escondido Martin Bormann, una vez finalizada la II Guerra Mundial. (General de las SS, Secretario privado de A. Hitler y máximo responsable de la dirección del Partido). Con el paso de los años y las sucesivas investigaciones se lograron algunas precisiones sobre la suerte del dirigente alemán. Si bien es cierto que innumerables personajes con fuerte vinculación con el nazismo ingresaron a la Argentina, incluso con la anuencia de las autoridades, para el caso de Bormann se especuló con la posibilidad de que hubiese escapado de Alemania. Varias hipótesis sostienen que se fugó a Sudamérica, ya que tras el fin de la guerra, tanto Chile como Argentina, Brasil y Paraguay habrían recibido a criminales nazis que huían de Europa.