“No soy un santo escribiendo mucho menos caballero, se creen buenos con fiestas en los que no son dueños en la inversión del dinero, no soy el mejor opinando en algún momento disparé a cien leguleyos”. (Paráfrasis del autor a René Calle 13).
La situación misionera en lo que respecta a cultura intenta insertar una agenda, importante para el entretenimiento y el disfrute general de la sociedad, pero a la vez preocupante en términos de valores sustanciales.
Es de público conocimiento que la ciudad capitalina de nuestra provincia acaparó -recientemente- la atención cultural a través de las noches del Festival del Litoral, lo que conlleva a preguntas ¿Por qué dicho festival, a pesar de tener la vigencia de las lunas coscoinas o el festival correntino, no tiene la repercusión nacional de los antes mencionados? ¿Acaso la cultura administrada desde la gran urbe atiende solo situaciones banales? ¿Por qué los vecinos de localidades más pequeñas proponen arte reflexivo? ¿Es casualidad que el impacto de los artistas de a pie sean invisibilisados a nivel mediático? Sin ánimos de generar polémicas esta nota apunta a las esperanzas vigentes de las luchas populares conseguidas, como lo supieron hacer la “Flor del Guairá” o lo ocurrido en el teatro quirogueano llevado a cabo por una organización genuina. Nobleza obliga a mencionar en este reconocimiento popular a los artistas locales que telonearon los shows del Festival del Litoral, siendo que su envergadura les permite desarrollar un espectáculo como estrellas principales, sin embargo con el espíritu de la humildad a flor de piel aportaron desde el espacio que les fue concedido.
Es una obviedad que nada está librado al asar, muy por el contrario, en nuestra provincia cada acción cometida pareciera salida de un tablero de ajedrez; las consecuencias negativas siempre son un resultado posible dentro del margen del éxito pero las acciones han demostrado que el balance de la gestión cultural todavía no posee la relevancia que se merece. Un claro ejemplo es el festival del Litoral, el cuál posee la misma antigüedad que las Lunas Coscoinas, o el Festival del Chamamé en Corrientes; estos festivales son transmitidos a nivel televisivo de manera que el país entero se paraliza para apreciar los shows. Lo que abre un interrogante sobre ¿Por qué no estamos al mismo nivel que las ceremonias de otras provincias siendo que la trayectoria organizativa datan de tiempos similares? La posición que sugerimos en base a respuestas sociales no debe ser la especulación, sino más bien el análisis en base a las capacidades dadas dentro de los capitales (cultural, económico y social).
Por desgracia de todos enero fue uno de los meses más secos que se recuerden hace años, detalle no menor ya que ha provocado incendios en zonas de bosques nativos y los especialistas apuntan a que se debe a la incipiente actividad agrícola referidas al pino y el eucaliptus, el lector se preguntará ¿Y en qué se relaciona con los patrimonios culturales? Particularmente en San Ignacio se vivió un incidente que deja al descubierto la falta de protocolos en contra de los incendios, tal es el punto que para evitar la propagación de un foco desatado en el tacuaral de la Casa de Horacio Quiroga, fue disipado por la voluntad de acción de instituciones tales como el Escuadrón 11 de la Gendarmería Nacional y los Bomberos Voluntarios locales. Lo que a la vez es producto de pena y orgullo como en una función teatral, da pena ver como las secretarías provinciales abandonan a su suerte a los eventos promovidos por distintos municipios cuando el panorama se vuelve adverso; sin embargo, enorgullece saber que no todo está perdido ya que son los vecinos y el sector popular quienes salen a la cancha a transpirar la camiseta que da forma a nuestra identidad.-
Carlos Adolfo Gómez.